martes, 24 de abril de 2018

Muerte en Vida




Asoma triste la mirada, bajo la tenue luz
fundido, en la memoria
 esa vida que perdió,
la vida que soñó.

Imposible calibrar tanto dolor,
la soledad agolpaba los recuerdos
de lejanos tiempos.

Tiempos, de sueño
tiempos, de amor
tiempos, de vida.

A su vida de sueños rotos,
solo el desasosiego responde.


Yolanda Martínez Izquierdo
2018

Añorada Alegría



De nuevo la caída comenzó,
 vértigo y dolor me invaden
no alcanzo a sujetarme
aferrarme a cualquier resquicio de solidez.

Se derrumban los muros
  en torno a mi ser, 
venciéndose el firme, rótulas que se rinden sin luchar.

Su puño presiona mi pecho, inútilmente intento respirar.
Tanto la echo de menos, qué apenas consigo recordar
¿Cuándo marchó? fue lentamente
como Orfeo accedió al inframundo, 
y ahora, 
simplemente no está.

Hoy es todo dolor, pesada y absorbente soledad, 
asfixiante esta vida si aire que ya no me atrae,
antes sí, cuando ella la inundaba.

Oscura se ha vuelto entre unos opacos muros
que me prohíben respirar.
Impaciente me preguntó... 
¿Cuándo volverá?

Yolanda Martínez Izquierdo
2016

Poema Inverso


Comienza el nuevo día anunciando la liturgia,
amanece lentamente
mientras observo tu rostro siempre sonriente;
a pesar de los años, a pesar de los vientos.

Soplen de donde soplen, los acoges en tu ser,
con esa esperanza, con esa alegría
que contagia el ambiente.

Llena de fuerza sigues caminando,
trayendo esperanza, sin desvanecer.
Me inyectas energía, la justa para vivir, para no morir.

Pilar que sostiene la nave, huracán de vida
arrasas y vences la tormenta,
eres la calma, tras la batalla.

Sin ti mi mundo no sería mundo, sin tu energía no sería;
Encuentras la dicha  entre mis brazos.

Duermes, hallando la paz, por un instante,
tiempo que termina al despertar.
Vives sumida en la tormenta, esquiva del deleite y el amor.
Ansías liberarte del temor,
que te invade desde el momento en que despiertas.

Alegres y Fugaces Despertares




Alegres y fugaces despertares
perturban al alba mi ser
recargando voluntades y sueños
que apenas consigo retener.
Con esquemas estructuran mis pasiones
ayudando a mí existir a no caer.

El poder de lo capaz me reconquista
retomando acciones emprendidas
me recuerda con euforia, que puedo ser.

Y de pronto, de la nada otro alba
trae el canto del gallo despertando
mi parálisis diurna adormecida,
anulando otra vida y otros sueños.

Desvanece voluntades, extinguiendo mi ser.
Estática en silencio espero,
los alegres y fugaces despertares
que perturben al alba mi ser.

Yolanda Martínez Izquierdo
2018

martes, 20 de marzo de 2018

Rio Sorbe







Rio Sorbe
 el murmullo de tu cauce, 
me transporta en mi recuerdo
a una vida que no podrá regresar.
Alegre fue mi infancia en tus orillas
jugando con tus nudos, aprendí a soñar.

Rio Sorbe
 que con ansias tu descenso me recorre
desde el viejo puente, 
puedo observar
como mis sueños se quiebran
advirtiéndote en Muriel secar.

Rio Sorbe
El invierno ha sido largo
 en ningún momento 
paró de nevar,
 impaciente espero el deshielo
para ver tus meandros llenar.

Rio Sorbe
Volverán a rebosar tus aguas
majestuosamente 
te podrás  presentar,
alimentando mi alma de esperanza 
al poderlo presenciar.


Yolanda Martínez Izquierdo





lunes, 13 de enero de 2014

Mirada

Ilustración de José Mª Alfaro Roca




La áspera sombra de tu ausencia

invadía toda la estancia,

mi pequeña me miraba y sonreía,

el reflejo de su luz

me salvo del sabor a hiel de la nada.


                    Yolanda Martínez Izquierdo 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Malos tiempos para ser solidarios







            Caminaba deprisa, tenía quince minutos para llegar a Atocha y coger el tren de las siete, y todavía estaba en la calle de león; desde hacía algún tiempo había dejado de utilizar el metro para reducir gastos.

            No podía dejar de pensar en todo lo que tenía que hacer cuando llegara a su casa. El tren tardaría treinta y cinco minutos, y luego que quedarían otros quince hasta su casa.

            El cielo amenazaba tormenta, pensó que no le daría tiempo a recoger la ropa, y tendría que dejar sin poner la siguiente lavadora. Recordó que tenía que llamar al seguro antes del viernes para fraccionar los pagos, siempre le hacia frente con la paga de navidad, pero este año era distinto, también se había quedado sin paga.

            Le cabreaba pensar que no era funcionaria ni tenía sus privilegios pero que por trabajar en el hospital de auxiliar de enfermería se estaba comiendo todos los recortes.  Apenas podía llegar a fin de mes con los novecientos euros que cobraba, todo se le iba entre el alquiler, la letra del coche y comida para malcomer casi medio mes y ahora una paga menos.

            Al llegar a la esquina de Atocha con León vio un hombre sin piernas acompañado de un simpático perrillo y un tarrito para depositar lo que le daban, se le quedó mirando y no pudo evitar dejar escapar una lágrima, pensó con rabia que ella siempre había sido solidaria y que ahora ni siquiera podía permitirse ese lujo, ¡asco de dinero! dijo mientras se daba la vuelta y dejaba los únicos tres euros que llevaba en el bolsillo en el tarrito del indigente.



Yolanda Martínez Izquierdo